Biblioteca Pública - Marta Sanz encara la enfermedad y el dolor íntimo y social en "Clavícula", una autobiografía que traba experiencia y lenguaje desde una visión feminista
(Entrevista de Manuel Sollo). "El dolor no es íntimo, es un calambre público". Expresa una profunda fragilidad personal, pero también una honda quiebra social. Sobre ambas aflicciones levanta Marta Sanz (Madrid, 1967) el crudo relato autobiográfico de "Clavícula" (Anagrama). Despojada de artificios, desde una radical autenticidad, afronta la enfermedad, real o imaginaria, y con ella, el desvalimiento, la vejez y el miedo a la muerte desde una reflexión feminista y reivindicativa. A punto de cumplir los 50, la autora sufrió un pinchazo bajo el pecho izquierdo durante un viaje a San Juan de Puerto Rico. Desde entonces, el miedo se le aferró a la vida como una garrapata entre visitas médicas en una precaria sanidad pública y la escasez de unos ingresos talados por la crisis. El cuerpo, en fin, como reflejo de violencias sociales y políticas en el postcapitalismo. Esa deriva personal envuelve a amigos, padres y marido, entre la culpa y el cuidado. Y para contarlo, una desafiante narrativa que traba la experiencia al lenguaje, la aspereza al humor negro y la sátira. Elabora, así, un texto fracturado, híbrido entre la poesía, la crónica, el ensayo y la correspondencia, que quiebra los convencionalismos de la autoficción y la metaliteratura. Dialogamos con Marta de una obra que emparenta con la alabada "La lección de anatomía" y que, como toda su obra atiende a esta máxima "Mi dentro siempre ha sido mi fuera, y mi espíritu, mi carne. Profeso esa fe y ésa es mi religión".