889. Biblioteca Pública - Ignacio Martínez de Pisón recrea en Castillos de fuego el miedo y la vileza de la posguerra a través de unos supervivientes en un Madrid devastado
(Entrevista de Manuel Sollo). Recién terminada la Guerra Civil, Franco impone su dictadura encarcelando o fusilando a los derrotados. Madrid es una ciudad devastada, en la que la reconstrucción no oculta que apenas se sobrevive entre el hambre, el miedo y la represión. Este es el escenario de la nueva novela de Ignacio Martínez de Pisón, Castillos de fuego (Seix Barral). Dividida en cinco partes, de 1939 a 1945, narra la atribulada existencia de una treintena de personajes, gente corriente, que luchan por resistir y salir adelante. Entre los victoriosos, hay falangistas que medran y rapiñan en el reparto del botín y quien purga su pasado comunista ascendiendo en la policía franquista. Entre los perdedores, un joven buscará venganza en el maquis, un profesor depurado se consuela en la religión, chicas jóvenes y valerosas aspiran a una vida normal entre el amor y el desconsuelo. En uno y otro bando, hay enfrentamientos y purgas. Sin rastro de épica ni maniqueísmo, en estas historias comunes nadie está a salvo, sobre todo los que se juegan la vida, los torturados, los asesinados. Los fusilamientos llegan hasta casi el final de la II Guerra Mundial, cuando el régimen aspira a consolidarse mientras sus opositores sueñan con que la victoria aliada sobre el nazismo traiga la libertad.