Biblioteca Pública - Irene Vallejo relata en "El infinito en un junco" la creación y la supervivencia del libro como sustento cultural desde los clásicos
(Entrevista de Manuel Sollo). Como sentada al calor del fuego, una filóloga nos cuenta a través de relatos incandescentes la historia de la invención del libro. Ella se llama Irene Vallejo y titula su relato "El infinito en un junco" (Siruela). Sabe de revoluciones que trastocaron la mente humana: la magia de los primeros cánticos, las tablillas, los papiros, las pieles, los árboles, y a la vez, la creación del alfabeto y la escritura. Viaja por Grecia con Homero, transporta la Ilíada para Alejandro, levanta con Ptolomeo la Biblioteca de Alejandría, se afana con copistas y traductores, rapsodas y libreros. La seguimos del helenismo cosmopolita hasta Roma y su imperio abducido por la sabiduría griega. Con ella camina siempre la amenaza de la destrucción para un objeto frágil y rebelde; la censura del poder y el autocontrol; el asedio de los bárbaros y los fanáticos; las mujeres y sus voces clandestinas; la lectura libre y los grilletes en las palabras; la vigencia de los clásicos. Así, hasta la imprenta y los ordenadores, y los nuevos riesgos de desaparición. Pero además, el junco guarda una memoria íntima: cuentos infantiles leídos por una madre, la protección de la lectura ante agresiones personales, la sinuosidad de los corredores librescos de Oxford y Florencia. Este fiel escriba sólo puede apostillar que este ensayo es uno de los más clarividentes de los últimos tiempos; tanto que le ha valido el Premio Ojo Crítico de Narrativa 2019, que concede el programa cultural homónimo de RNE.