984.- Biblioteca Pública - Mariana Enríquez hurga en el terror cotidiano en los relatos de Un lugar soleado para gente sombría, miradas sobre la descomposición
(Entrevista de Manuel Sollo). Hay un territorio en el que lo real y lo imaginario se confunden, si no son la misma cosa. Hay espacios cotidianos por el que deambulan fantasmas y monstruos, que presagian el miedo y el horror y desatan la naturaleza del mal. Por esos escenarios transita la literatura de Mariana Enríquez, que vuelve a la narrativa breve con los doce cuentos de Un lugar soleado para gente sombría (Anagrama). Sus espectros acechan en los barrios del conurbano de Buenos Aires, en inquietantes pequeños pueblos o en oscuros hoteles de Los Ángeles. La autora transmuta la fantasía en una mirada realista sobre la descomposición social, la devastación de las crisis, el deterioro del cuerpo, las enfermedades mentales o las consecuencias terroríficas de la dictadura militar argentina. Enríquez continúa por la senda renovadora del género de terror tras el éxito de Nuestra parte de noche, que fue Premio Herralde de Novela y Premio de la Crítica 2019.