Ana es una mujer que a pesar de sus años tiene unos ojos alegres que se comen el mundo. Es pediatra oncológica y lleva más de 50 años cuidando y dando vida a los niños enfermos de cáncer. Fue una mujer adelantada a su tiempo. Es fundadora y actual vicepresidenta de ANDEX (Asociación de Padres de Niños con Cáncer de Andalucía y Extremadura). Ella y Maria Luisa Guardiola, que es la Presidenta, fueron las grandes impulsoras de la construcción de la primera unidad de oncología pediátrica en España, en 1973, en el hospital Virgen del Rocío de Sevilla, que es una extensión de su casa a estas alturas. Posteriormente ANDEX también promovió la construcción del Hospital de Día para los niños oncohematológicos, y actualmente está abordando el ilusionante proyecto Planta Zero, que es una unidad específica para adolescentes con cáncer.
De hecho, Ana sigue yendo cada día al hospital porque es la primera mujer doctora emérita de Andalucía y un despacho para profesionales eméritos en materno infantil del hospital dónde me acerco para conversar con ella. Tiene un problema en la espalda y le cuenta andar pero a su mente no hay quien la pare.
Logró que los niños enfermos de cáncer tuvieran una planta para ellos, con todos los cuidados que requieren, una asociación fuerte desde la que sus familiares pudieran apoyarse mutuamente y ha firmado convenios importantes con hospitales de medio mundo para formar y seguirse formando porque en los años 70 había muy pocos médicos especialistas en cáncer infantil y ella fue una de las primeras en nuestro país. Viajó dónde hiciera falta para formarse y aprender cuánto más mejor por el bien de sus niños. Ahora sigue muy activa en las redes sociales, sobre todo en los grupos de wassap que tiene con los que le ganaron la batalla al cáncer siendo niños.
Algunos ahora ya son abuelos y tienen nietos. Pero su lucha durante los últimos años está en combatir las secuelas de estos pacientes de cáncer que tras los duros tratamientos a los que se tuvieron que someter hace años, siendo niños, tienen que hacer frente. Desde los años 90 que esta doctora intuía que habría secuelas y que había que estar en contacto con los pacientes curados para orientarles cuando éstas fueran apareciendo. Y así es. Se está trabajando ya en el pasaporte médico de estos niños y niñas para que quede registro de los tratamientos, operaciones, medicamentos y de todo lo necesario para que las secuelas se puedan tratar teniendo en cuenta su historial médico. Pero hay que encontrar la fórmula para que los adultos y abuelos que padecieron cáncer también tengan un registro de su historia pasada y que tengan médicos de referencia a los que acudir.
Ana Álvarez se está moviendo para que efectivamente nadie se sienta perdido cuando una de estas secuelas aparece. Le llegan muchas cartas sangrantes de antiguos pacientes que no saben qué les pasa ni a dónde acudir. Y es fundamental hallar la fórmula para que todos los hospitales cuenten con esa red de apoyo profesional informada. Empezando por los médicos de cabecera que se deberían formar para detectar estos casos y poderlos derivar adecuadamente.