Cecilia Borrás sufrió el suicidio de su hijo Miquel a los 19 años. Desde ese día, ella es otra mujer. Tras un duelo difícil lleno de preguntas sin respuestas y de miedo a nombrar la palabra suicidio, Cecilia decidió fundar un asociación para que víctimas como ella tuvieran un lugar dónde encontrarse y ayudarme los unos a los otros. Porque nadie puede comprender lo que significa pasar por ese trance. Sentimiento de culpa que también persiguió a Cecilia. Una madre que además es psicóloga. No entendía cómo no pudo darse cuenta de que su hijo podía llegar a esa situación hasta que una amiga suya le dijo que dejara de buscar en el manual de trastornos psicológicos porque no iba a encontrar nada.
Fundó la asociación ‘Después del Suicidio – Asociación de Supervivientes’ en Barcelona, la primera que abordaba este tema sin prejuicios, sin tabúes. Precisamente el tabú que rodea al suicidio es un problema para poder evitar otros casos. No hablar de ello es esconder una realidad que existe y que, en muchas ocasiones, se puede evitar. Es importante estar atentos cuando una persona manifieste tener intención o que se la ha pasado por la cabeza suicidarse y preguntarle a esa persona qué es lo que le preocupa para llegar a tener ese tipo de pensamientos. O qué le podría agarrar a esta vida. ¿Sus hijos?