Esta mujer de voz amable y mirada acogedora lleva 22 años trabajando con menores de protección. Niños y niñas, chicos y chicas que no han cumplido los 18 años pero que no pueden seguir viviendo con sus padres porque han sufrido situaciones dantescas la mayoría. Entonces entran en una casa de acogida y mujeres como Marta son los responsables legales de estos chavales hasta la mayoría de edad.
Es un trabajo vocacional, muy duro pero que también tiene momentos muy buenos. Marta terminó la carrera y a los seis meses montón con sus compañeras actuales la asociación Acercando Realidades que trabaja desde una mirada feminista en los cuidados de estos menores. Son una gran familia dónde los cuidados son los protagonistas. Porque estos jóvenes han sufrido mucho y ahora se tienen que hacer fuertes y crecer con una base sólida en valores que les prepare para superar su situación personal. Son personas resilientes que aportan mucho también a Marta y a todo el equipo.
Para esta mujer ser madre fue un punto de inflexión en cómo entender los cuidados. Su hijo los tenía todos pero su otra familia de la casa de acogida carecía de ellos. Durante su camino profesional ha aprendido a gestionar las emociones y las situaciones y sigue aprendiendo cada día porque lo suyo es oficio y entrega a cada uno de los chavales que custodia. Conviven , comparte, ríen o lloran juntos y se crecen ante las dificultades porque Marta y sus compañeras no dejan a ningún niño en la calle aunque tenga 18 años. Buscan alternativas, lugares, espacios dónde estos chicos puedan seguir cultivando un futuro de verdad.