Mar Garriga es una persona de talla baja pero con una autoestima de 1,90. No es fácil convivir en un mundo de gigantes para una persona adulta que mide 1,26 cm. Pero Mar ha sabido superarse en cada etapa de su vida y afrontar los miedos con valentía.
Trabajaba de administrativa pero cuando tuvo fuerza y valentía suficiente decidió estudiar magisterio musical para ser profesora. Y lo consiguió. Primero daba clases a niños de infantil y se miraban a los ojos, con primaria afrontó un nuevo reto. Ahora tenía que reñir hacia arriba pero pidió una tarima para subir unos 25 cm y así llegar a la pizarra digital además de tener a los alumnos a su altura cuando lo necesita. Con ella aprenden a convivir con la diversidad y a respetarla. Ella quería educar para concienciar sobre la realidad de personas como ella y demostrarles desde la persona que es y que brilla por sus capacidades, que no se puede juzgar a nadie por su imagen.
Sus alumnos son más altos que ella, como el mundo que le rodea, pero esta mujer se ha ganado el respeto de esos chicos y chicas. Las personas de talla baja como Mar viven en un mundo de gigantes pensado para gigantes que a veces se lo ponen difícil. Pero lo que más duele son las miradas que juzgan. Por eso, educar es la clave para esta clarinetista y maestra.