Se cumplen diez años de la desaparición de Eduardo Chillida, uno de los escultores más originales y de mayor importancia en el siglo XX.
Celebramos al artista que elogió en hierro y en acero a los elementos (el viento, el agua, la tierra el fuego y el aire) y que llevó a la escultura conceptos abstractos como el silencio, la tolerancia o la paz. Chillida fue capaz de fundir materia y espacio en un abrazo, siempre escuchando a la naturaleza y dejando hablar al material de la escultura y al entorno en el que esta se emplaza.
Quién mejor que sus hijos Luis, director del Museo Chillida-Leku hasta su clausura, y Susana, responsable del homenaje que se rindió al escultor en ese centro y autora de varios documentales dedicados a la obra de su padre, para recordar al ingeniero de sueños, en palabras del poeta Gabriel Celaya.
