En un lugar de La Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda.
Muy buenos días, queridos oyentes. Hoy vamos a elaborar este nuevo Desayuno con diamantes en torno a Don Quijote de La Mancha. De momento, lo único que les puedo adelantar es que van a tener que tomar nota porque de vez en cuando caerán a la cazuela algunas recetas que sin duda alguna se tomarían en cualquier venta, castillo e, incluso, majada de pastores que visitara tan ilustre caballero andante. Además, las alternaremos con sabrosas lecturas novelescas y algún sabroso bocado a las músicas quijotescas de cualquier época y lugar.