Los avances en el diseño y desarrollo de medicamentos han sido constantes en los últimos 100 años. De hecho debemos a los fármacos debemos, en buena parte, el incremento de la expectativa de vida, que ha duplicado en menos de un siglo.
El denominador común de estos avances proceso ha sido conocer y aprovechar mejor el reconocimiento específico de las estructuras de la células y tejidos, por parte de moléculas que potencialmente pueden tener una acción biológica. Pero también es necesaria una Tecnología Farmacéutica, para convertir una sustancia activa en medicamento que pueda ser administrado en la forma y dosis adecuada, la única manera de que se puedan emplear en terapias eficaces.
Pero los avances no se han detenido aquí. Hoy ya se plantea el que un fármaco administrado como medicamento se dirija -exclusivamente- a aquellas células y tejidos enfermos en los que se requiere su acción, sin afectar a ninguna otra estructura. En esta línea se acaba de aprobar, para uso en humanos, un medicamento que cabe calificar como inteligente. Lo llamo así porque dirige una proteína tóxica solamente contra células cancerosas, sin afectar a las células sanas.
Es el primer tratamiento específico de un tumor de células de la sangre (neoplasia de células dendríticas plamacitoides) que se da con muy poca frecuencia pero de extraordinaria gravedad. El fármaco es ni más ni menos que la toxina diftérica, una proteína altamente venenosa para nuestro organismo. Pero el medicamento aprobado lleva la toxina unida a otra proteína (interleucina-3), que la dirige contra las células cancerosas de forma que pueda causar su destrucción. Con este tratamiento se consiguió la remisión total del tumor en un porcentaje elevado de los enfermos que fueron tratados.
Hay otros muchos tratamientos en camino basados en el reconocimiento específico de células por parte de proteínas como los anticuerpos. Todo ello se basa en un auténtico ejercicio de virtuosismo experimental, para diseñar proteínas que combinan reconocimiento biológico con una acción farmacológica curativa. El cáncer constituye una patología adecuada para actuar en este sentido, dada la variedad de tumores y la necesidad de actuar de manera específica, sólo contra las células cancerosas. El desarrollo farmacéutico, amable oyente, nos seguirá ofreciendo novedades para mejorar tratamientos existentes, o para desarrollar otros nuevos. El reto de los sistemas de salud es sostener y mantener ese desarrollo, de manera que todos puedan acceder a las terapias que necesiten.