Chavela Vargas fue más que una cantante; fue una fuerza indomable que rompió todas las reglas. Nacida en Costa Rica en 1919, emigró a México para forjar su destino en un mundo machista que no estaba preparado para una mujer como ella. Con su poncho rojo, su voz desgarrada y su interpretación única de la ranchera, se convirtió en un ícono musical y feminista. Amó sin ataduras, vivió sin miedo y, a los 81 años, confirmó públicamente lo que siempre había sido: una mujer libre y abiertamente lesbiana.
Tras dos décadas en la sombra por el alcoholismo, resurgió en los años 90 de la mano de Pedro Almodóvar, conquistando escenarios míticos como el Olympia de París y el Carnegie Hall de Nueva York. Su arte trascendió fronteras y generaciones. Murió en 2012, con 93 años, dejando un legado inmortal.
Chavela Vargas rompió reglas, amó sin miedo y dejó un legado inmortal. Su voz y su rebeldía la hicieron eterna. No murió: se convirtió en canción.