A los 19 años el azar la salvó o la condenó, dependiendo de cómo se mire. En una calle de Manhattan, Lee, despistada como una heroína trágica, cruzó la calzada sin mirar, perdida en los pensamientos que solo los genios o los malditos conocen. De pronto, una mano la sacó del peligro. Era Condé Nast, el hombre detrás del imperio de Vogue, quien, en un segundo, la rescató de un accidente y la condenó a la fama. Nació en un rincón olvidado de Nueva York un 23 de abril de 1907. Cuando sólo tenía 7 años un cuidador contratado por la familia abusó de ella, la violó, y la inocencia se desvaneció. Desde entonces, Lee sería una mujer de contrastes: luminosa como un mediodía de verano y oscura como las noches
Lee Miller jamás fue solo una cara bonita, fue una mujer, una diosa, una rebelde.