La División Española de Voluntarios, más conocida como División Azul, fue la contribución de la España de Franco al ejército alemán de Hitler durante la II Guerra Mundial.
Calificada de cuerpo expedicionario, la División Azul se formó en el verano de 1941 y participó en la guerra hasta finales de 1943. La iniciativa partió del poderoso ministro de Asuntos Exteriores, Ramón Serrano Suñer, junto a importantes figuras falangistas, y su creación se fundamentaba en la causa anticomunista que recorría la ideología franquista, encarnada por el ejército nazi dispuesto a invadir la URSS y acabar con el comunismo.
El grito acusatorio de Rusia es culpable, pronunciado por el propio Serrano Suñer, sirvió de reclamo para el reclutamiento de voluntarios civiles. Sin embargo, la unidad fue finalmente una mezcla de militares profesionales y voluntarios. Esto fue reflejo de la lucha que sostuvo el Ejército con la Falange por el control y el carácter del cuerpo.
El mando inicial recayó en el general Agustín Muñoz Grandes, un militar africanista bien visto por los azules y que, tras la guerra, fue nombrado ministro Secretario General del Movimiento. Por su parte, el cuerpo de voluntarios obedeció a motivaciones diversas; junto a los que se alistaron por convencimiento ideológico, hubo otros que lo hicieron por necesidades económicas, por afán de aventura o por borrar un pasado izquierdista o republicano.
Todos creían que la guerra sería corta y que entrarían triunfalmente en Moscú, pero la realidad fue muy distinta. Allí, como todo el ejército alemán, se encontraron con el frío y sus mortíferas consecuencias. Además, fueron enviados al frente del norte, cerca de Nóvgorod, alejados de Moscú en una línea más estática y con menos acción bélica. Después, la División Azul participó en el cerco de Leningrado y en la batalla de Krasny-Bor, el principal hecho de armas en el que intervinieron.
Con la derrota alemana de Stalingrado, a comienzos de 1943, Franco empieza a estar interesado en desligarse de Alemania y acercarse a los aliados con el fin de asegurar su supervivencia tras el conflicto. La retirada de la División obedeció a un viraje en la política exterior de España y, como consecuencia, la consideración de los divisionarios pasó a segundo plano.
45.000 españoles integraron la División entre los diferentes contingentes y reemplazos. Unos 5.000 murieron, 11.000 resultaron heridos y casi 400 cayeron prisioneros del Ejército Rojo, de los cuales más de cien murieron en el gulag y los demás regresaron a España en 1954. En definitiva, para muchos resultó una amarga experiencia, pero para otros fue una aventura anticomunista.
La División Azul, españoles en la Wehrmacht, con guion de Luis Zaragoza, narra esta singular experiencia con el análisis de los historiadores especialistas en este tema, Xosé Manuel Núñez Seixas, Luis Togores, José Luis Rodríguez y Jorge Martínez Reverte. Asimismo, se muestran diversos testimonios del Archivo de RTVE de divisionarios que sobrevivieron a la aventura rusa.