El gaditano Carlos Edmundo de Ory fue un autor atípico. Poeta, cuentista, ensayista, diarista y epigramista, fue uno de los escritores más heterodoxos y discrepantes del siglo XX. Lo catalogaron de maldito, incorregible, genio, mago, raro, extravagante, loco, maniático. Una retahíla de calificativos para una personalidad y una obra extraña pero cautivadora, un autor innovador y vanguardista que no tuvo el reconocimiento debido.
Ory fue un excluido tanto de su familia, católica y conservadora, como de la literatura de la España de posguerra. Huyó del canon dictado por la ortodoxia literaria. En la búsqueda propuestas alternativas, funda en 1945, junto con Eduardo Chicharro y Silvano Sernesi, un nuevo movimiento: el Postismo. El Postismo era para Ory la locura inventada, con partes de surrealismo y dadaísmo; una corriente provocadora con temas que no se tocaban. Finalmente, el Postismo fue prohibido por el poder.
En los años cuarenta publica el poemario “Versos de pronto” e inicia un Diario en el que con el tiempo recopilará cerca de sesenta años de vida y donde detallará todo tipo de apreciaciones, comentarios y sentimientos.
El espíritu perturbador y agitador de Ory y la necesidad de encontrar nuevos lenguajes, le llevó a abrazar una nueva propuesta con el pintor Darío Suro; el Introrrealismo, basada en la creación artística y literaria a partir de la búsqueda interior.
Con 31 años, en 1954, se marcha a París e inicia un exilio voluntario debido a la asfixia política y social que sentía en Madrid. Tras unos años en París se trasladó a Amiens y de aquí a Thézy-Glimont. Su ausencia durará el resto de su vida, aunque visitó España con frecuencia para ver a su familia y amigos. Pese al alejamiento, seguirá publicando en nuestro país cuentos y poesía. En 1962 ve la luz una obra fundamental, “Aerolithes” (Aerolitos), una serie de versos sueltos en la línea de las greguerías y los aforismos, y un año más tarde “Los sonetos”.
Sin embargo, Ory era casi desconocido para los españoles hasta que en 1970 el poeta Félix Grande elaboró la antología “Poesía (1945-1969)”, en la que descubrió a un poeta oculto para muchos. Su obra es una amalgama copiosa y heterogénea de la influencia de muchos autores. Sus composiciones poéticas juegan con las palabras y su sonoridad, y están recorridas por la naturaleza, el amor, el erotismo, la felicidad, la risa, el dolor y la locura.
En los últimos años de su vida, y aunque Ory era reacio a las distinciones, recibió el título de Hijo Predilecto de Andalucía y el premio Góngora, entre otros. Tras su muerte en 2010, en Cádiz, su ciudad natal, se creó la Fundación Ory que custodia y conserva un gran fondo documental, a la vez que promueve su obra.
Documentos RNE recorre la vida y obra del innovador poeta de la mano de Antonio Buitrago. Lo hace con la ayuda de, José Manuel García Gil, poeta y autor de la biografía de Ory, “Prender con keroseno el pasado”; Jaume Pont, poeta y ensayista; Laura Lachéroy, pintora, segunda esposa de Carlos Edmundo y presidenta de la Fundación Ory; Jesús Fernández Palacios, poeta, editor y amigo; José Ramón Ripoll, poeta y musicólogo.