Concepción Arenal es para muchos una de las mentes más brillantes de nuestro siglo XIX. Una mujer luchadora que se enfrentó al conflicto intelectual entre fe y razón, entre sus creencias católicas y su formación racionalista y humanista.
Concepción Arenal nació en El Ferrol en 1820. Hija de un militar liberal ilustrado, víctima de la represión de Fernando VII, su padre será el ejemplo a seguir y su temprana pérdida fue la primera sombra de su vida. Con nueve años la familia se traslada a la aldea cántabra de Armaño, cerca de Potes, de donde procedía la familia paterna. El descubrimiento de la biblioteca de su padre y la libertad de pasear por las montañas, irán cimentando su curiosidad intelectual.
Cinco años después, ya en Madrid su madre la inscribe en la Escuela de Señoritas; Concepción se da cuenta de que no encaja, a ella le gusta leer y reflexionar. Su madre no la entiende y Concepción vuelve a Armaño. Estando separadas, la madre morirá inesperadamente, será su segunda crisis.
A su vuelta a Madrid empieza a asistir como oyente a la universidad. Allí conoce a Fernando García Carrasco, un abogado y periodista liberal, con el que se casará en 1848. Van juntos a tertulias y escriben para el periódico liberal La Iberia. Tuvieron tres hijos, pero la desgracia volverá a cernirse sobre ella. Su hija mayor morirá con apenas dos años y Fernando será víctima de tuberculosis en 1857. Concepción se recluye en Potes para paliar sus penas y se vuelca en su vocación caritativa: organiza la rama femenina de las Conferencias de San Vicente de Paúl y escribe el Manual del Pobre. Más tarde, entra en política con el apoyo de los círculos liberales: en 1864 es nombrada Visitadora de Prisiones en La Coruña y después Inspectora de las Casas de Corrección de Mujeres. Durará poco tiempo en los cargos porque no es cómoda para el poder. Sin embargo, su conocimiento de las prisiones se plasmará en libros como Cartas a los delincuentes, donde defiende la reinserción de los presos.
Su visión reformista le lleva a escribir a favor de los derechos de la mujer, en obras como La mujer del porvenir o La mujer de su casa, y contra la esclavitud y la guerra. Asimismo, mostrará gran interés por los avances educativos y tendrá gran amistad con los krausistas Giner de los Ríos y Gumersindo de Azcárate.
A pesar de todo, su intento de equilibrio entre ciencia y fe le granjeó críticas. Mientras unos le afeaban sus creencias religiosas, otros la veían poco católica para su tiempo. Sin embargo, sus ideas se seguían con más interés fuera de España. Vivió sus últimos años junto a su hijo Fernando, su gran apoyo, que cuidó de su frágil salud hasta su muerte en Vigo en 1893. Celosa de su intimidad, mandó destruir buena parte de sus escritos. Nunca quiso que su vida privada interfiriera su obra.
Modesta Cruz nos acerca la figura de la pensadora de la mano de sus biógrafas, Anna Caballé –profesora de la Universidad de Barcelona- y María José Lacalzada –profesora de la Universidad de Zaragoza-. Mercedes Gallizo, responsable de Instituciones Penitenciarias entre 2004 y 2011, nos muestra su faceta como reformadora del sistema de prisiones.
Histórico de emisiones:
23/03/2019