Paco Rabal nació un día de la mujer, el 8 de marzo de 1926, entre minas y sobre el mar de Águilas. Pies en la tierra y mirada a un horizonte lejano de vocación de actor.
Rabal fue la pasión por actuar. Porque puso, primero, todo el corazón en conseguirlo; y por llegar a lo más alto, después. Y su pasión de actor también le dio una intensa vida de amistad y amor con muchas personas que le dejaron huella.
Así le ocurrió con su compañera de vida, la actriz Asunción Balaguer, a la que conoció al incorporarse a la compañía Lope de Vega de José Tamayo en 1947 y con la que muy pronto se uniría sentimentalmente para toda su vida. De esa unión nacieron sus dos hijos: Teresa y Benito en 1952 y 1954, respectivamente.
Rabal se crió en el coto minero murciano de la Cuesta de Gos, dentro de una familia de extracción social muy modesta. Gente de pocas letras, pero de muchas luces; especialmente su padre, Benito Rabal, un minero de bondad e inteligencia innatas. La persona más importante de mi vida, escribió el propio Paco en sus memorias. La segunda más importante fue su hermano mayor Damián que, además de haberle proporcionado sus primeros libros, fue su referencia ideológica, su compañero en las futuras juergas y hasta su representante artístico.
Paco Rabal se buscó la vida desde el principio y luego la vivió sin freno hasta el final. De niño y adolescente probó como ayudante de alguacil, vendedor ambulante de chucherías y aprendiz de bombonero. Y, ya de joven, logró entrar de auxiliar electricista en los estudios Chamartín; para estar más cerca de los actores pensó.
Hombre de suerte, estuvo en el lugar oportuno y en el momento preciso cuando el director Rafael Gil hizo una prueba de luz con él sustituyendo a Fernando Rey. Su cara, joven y atractiva, daba juego. Su voz rotunda, su simpatía arrolladora y su insistencia hicieron el resto.
Y el resto son varios cientos de películas. De Reina santa, la primera con frase, en 1947, a Divertimento junto a Federico Luppi, ya en el año de su muerte, en 2001. También son numerosísimas las obras de teatro. De La muerte de un viajante o Julio César en los años 50; a Viejos tiempos de Harold Pinter, en 1974. Destaca Rabal entre los cientos de papeles que encarnó, los de Juncal de la serie televisiva homónima; Azarías de Los santos inocentes; y Goya maduro en Goya en Burdeos.
Paco Rabal vivió 75 años. Vida moderadamente larga, pero muy, muy ancha. Porque tras los rodajes, les seguían las noches y las madrugadas de su propia película personal. En Madrid, en París o en Roma. Daba igual mientras hubiera una buena compañía, una copa, una charla o una risa… O, mejor, todo junto.
Episodios de una vida que fueron dejando huella en su rostro y en su voz y que nos cuentan en este documental sonoro, familiares, amigos y compañeros del actor. Como su hija, la también actriz, Teresa Rabal o Juan Ignacio García Garzón, autor de la biografía Paco Rabal. Aquí un amigo. Gracias al Archivo de RTVE hemos podido recuperar voces como las del propio Francisco Rabal, junto a personas que marcaron su vida, entre otras, Dámaso Alonso, Rafael Gil, Luis Escobar y, por supuesto, Asunción Balaguer.