Bienvenid@s a un bosque habitado por las aldeas cosmopolitas, un concepto de Jaime Izquierdo, autor del libro “La ciudad agropolitana. Las aldeas cosmopolitas” (Krk Ediciones). La semana pasada hablábamos de las ciudades que tienen que apostar por su ancestral relación con las aldeas y ayudarlas a recuperar su función como gestoras de la naturaleza, de nuestra naturaleza necesaria. Hoy nos dedicaremos a reflexionar sobre la segunda parte de este activismo ciudadano y aldeano. Y para ello tenemos que cambiar el paradigma. Como dice Miguel Torga: “lo universal es lo local sin paredes”.
De la misma manera que atribuimos a la ciudad la creación de grandes conceptos como “política”, “ciudadano” o “democracia”, deberíamos atribuir a la aldea el descubrimiento de la fórmula que hizo posible que el ser humano aprendiese a relacionarse con la naturaleza. La ciudad es el espacio del artificio y de la libertad creativa sin límites. Y la aldea es el espacio del encuentro creativo y colaborativo del hombre con la naturaleza. En nuestros días (y mientras que la ciudad sigue avanzando como espacio político, creativo, económico, impulsada por las nuevas tecnologías), la aldea se extingue y, con ella, todo el conocimiento acumulado por la humanidad para relacionarse con el entorno y vivir de él y con él.
Tiene la aldea una larguísima historia y tiene aún más futuro, si somos capaces de mirarla con óptica retroprogresiva, con microscopio y con telescopio, por el parabrisas y por el retrovisor. Y además, tenemos que hacerlo con una nueva mirada inédita, futurista en lo tecnológico y clásica y revisionista en lo tocante a su organización ecosocial y su función territorial. Porque la aldea encierra en su concepción muchos de los principios activos que la humanidad necesita para salir de su laberinto. La aldea es una estructura urbana pensada y diseñada para gestionar un ecosistema, inicialmente natural, que con información y cultura humana se convirtió en un agroecosistema más diverso y complejo que el original. La aldea es una protociudad, una pequeña estructura urbana, que establece con la naturaleza una relación simbiótica, efectiva y afectiva. Y ahora está de actualidad con varios conceptos que define Jaime Izquierdo: teletrabajo y tierratrabajo, y la conversión de la segunda residencia como primera residencia ¿Nos acompañas en el camino a la aldea cosmopolita?
Vamos también muy bien acompañadas y acompañados por Raúl de Tapia que es Raúl Alcanduerca y su Herbario Sonoro. Por el plantabosques Natxo Blanchart de la Asociación Arriba Las Ramas en Las Ramas Arriba y por el Contador del Bosque Gustavo Duch. También José Manuel Sebastián Campo y Carolina Alba Castro Estévez como integrantes autócton@s del Club de la Hojarasca. Y, claro, como no podía ser de otra manera nos dejamos agitar foclórica y ruralmente por Rodrigo Cuevas, mucho más que un músico y un paisano cosmopolita que nos interesa mucho, asturiano como Jaime Izquierdo, como podrás comprobar en todos sus trabajos y en el último, “Manual de cortejo”.
Y ahora, como indica un texto del siglo noveno en Las triadas de Irlanda, apura el delgado hilo de leche que cae en el balde desde la ubre de la vaca y la delgada vaina del trigo verde sobre la tierra. Y enrédate con el ovillo delgado que manejan unas manos habilidosas para llegar al camino de la aldea cosmopolita, sin duda, territorio conmovido ¡Arriba las ramas!