Bienvenid@s a un bosque soñado que un día se hizo realidad. Yo conocía aquel bosque en mis sueños. Cada curva, cada arroyo, cada inclinación de sus vírgenes senderos. Y, cuando despertaba, y no me cobijaba aquel bosque ideal no podía evitar llorar. Pero, como dice Karen Blixen en “Memorias de África”, “a veces los dioses, para castigarnos, atienden nuestras súplicas”. Y un día el bosque y el sueño se hicieron realidad. A partir de entonces deje de vagar por mis quimeras boscosas. Al regreso, reconozco que la nostalgia es mucho mayor, y la amenaza de destrucción de paraísos por parte de mi especie me produce más inquietud, el bosque existe… todavía… pero puede dejar de ser realidad.
No, no voy a desvelar el nombre de aquel bosque, del bosque con mayúsculas que ha supuesto una experiencia de vida de las que te dan un giro de 180º. No voy a decir su ubicación, ni datos sobre su entorno. Cada uno tiene que descubrir su propio bosque soñado. Y, si es posible, de la mano de su maestr@. Como nos sucedió a Mar Verdejo Coto y a mí con el Cronista de los Árboles, Ignacio Abella que nos introdujo en un bosque donde la asamblea de los tejos, perdida en la niebla, discurre lenta e incesantemente, como el curso de las constelaciones…
Queremos salvar todo. La posidonia, la trashumancia, las lombrices, los primates, las especies amenazadas, vegetales y animales, a las generaciones futuras, el aire que respiramos, el suelo que da sustento a toda vida, pero hoy, permíteme que intente seducirte para amar los bosques por encima de todo. Y los bosques habitados de tejos centenarios, tejos ermitas como dice Raúl de Tapia, en primer lugar. Para ello, te ruego que cierres los ojos y nos acompañes, que mentalmente y espiritualmente reproduzcas cada paso que allí dimos, que sientas cada emoción de altos vuelos que allí experimentamos, que te vincules con la exaltación de la belleza que debe ser protegida como la Comunidad del Bosque, hoy más que nunca encarnación de la Comunidad del Anillo… ¡Sí, queremos que camines, sientas, defiendas, te enamores, te expansiones, te agotes, respires y te emociones como corresponde a los integrantes de la Revolución de L@s Conmovid@s!
Atravesarás senderos prometedores que conducen a las alturas donde habitan tejas y tejos de belleza inimaginable, gigantescas hayas revistas de tejidos vegetales de la más alta calidad, made in Natura, líquenes y musgos que configuran ecosistemas donde la vida toma formas que licuan tu mirada y tus pensamientos. Ven con nosotr@s, con el maestro y guía Ignacio Abella y la paisajista del alma verde Mar Verdejo… ¡La Tejeda agoniza! Es de una belleza prodigiosa pero agoniza y, sin embargo, aún nos permite experimentar científica, conservacionista y espiritualmente algo que, sin duda, tiene los años contados.
Y nos adentramos en la eternidad y la belleza con la pluma de Ignacio Abella, Mar Verdejo Coto y Raúl de Tapia que es Raúl Alcanduerca. También los servicios de información arbórea mutualista de Natxo Blanchart, plantabosques de la Asociación Arriba Las Ramas, en "Las Ramas Arriba" y Arantza Leal Nebot, bióloga de SEO/BirdLife y representante de la Comunidad Alada del Bosque, en "Volando Vengo". Buenas voluntades ecoconmovidas mecidas por canciones que teníamos reservadas para una ocasión única donde exaltar la belleza y que no podían ser nada más que de ANOHNI de su prodigioso álbum “Hopelessness”. Club de la Hojarasca: Carolina Alba Castro Estévez y Santiago Bustamante.
Así que cierra los ojos, escucha las voces de esta particular Comunidad del Anillo, porque a su propio paso te adentrarán en El bosque de tejos eremitas, y adéntrate con la imaginación en la niebla, respirando la límpida atmósfera que sólo los árboles más sorprendentes despiden a quienes los aman y protegen… Territorio conmovido… ¡Arriba las ramas!