Nos dejamos habitar por una ciencia amable, la Botánica. Como la describe Raúl de Tapia, que es Raúl Alcanduerca, en nuestro Herbario Sonoro.
Una ciencia amable, sobre todo, porque hoy la botánica tiene dos nombres propios. Ana y Augusto. Ana María González-Garzo y Augusto Krause. Una pareja espectacular que se definen con un nuevo término para el diccionario de El bosque habitado. Se llaman a sí mismos, “botanófilos”. Botanófilos, que debe ser más… más que botánicos.
Con Ana y Augusto emprendemos un reto verde apasionante. De su mano iremos por las veredas de los caminos, distinguiendo las mil y una plantas de ese universo a pie de bota. Con Ana y Augusto descubriremos qué divertido y trascendente y práctico es el mundo de las plantas. Con Ana y Augusto nos sorprenderemos hablando con ellas, los sustantivos propios del mundo vegetal. Con Ana y Augusto reconoceremos una parte importante, y casi olvidada, de nuestro ser… Porque las plantas, son importantísimas… cada una de ellas tanto que le dan sentido a nuestra vida. Y así nos lo enseñan Ana y Augusto, desde Aristóteles a Stefano Mancuso, desde la más venenosa de las plantas hasta la más sanadora…
Conocimos a Ana y Augusto en una jornada titulada “Flora de las boticas: usos y aprovechamientos de las plantas”, en un precioso e interesante pueblo de Salamanca que practica la economía del bien común. En Monleras, pero os aseguramos que, a partir de hoy, la Comunidad del Bosque lo tiene más claro…
Fabricaremos herbarios amables, aprenderemos de los maestros antiguos y calígrafos, respetaremos la recolecta de ejemplares pensando en tiempos futuros y diseñaremos menús de delicadas floras botánicas… Aunque eso sí, siempre-siempre, acompañados de expertos profesionales… Como los miembros de nuestra Comunidad: Ignacio Abella, Raúl de Tapia, Fernando Fueyo, Mar Verdejo Coto, Óscar Prada, José y Bernabé Moya y Rosa Villalba… Ah, y las curiosas reflexiones del Maestro Francis Hallé, Charles Darwin, Stefano Mancuso y Aristóteles, y las indicaciones musicales de Lori Meyers…
Así que cálzate las botas de caminar aprendiendo, enfúndate los guantes para acariciar el mundo verde que te salga al encuentro, coge tus utensilios para mutualizarte con tu entorno y respira profundo porque estás entrando en territorio habitado por las plantas y sus amantes, los botanófilos… ya sabes, territorio conmovido… ¡Arriba las ramas!