Bienvenid@s a un bosque habitado por la “civilización rústica”. Un concepto que encontramos en Miguel Unamuno, cuando se dispuso a escribir tras una reunión vecinal en una aldea de Cantabria, en la que se repartían, ordenada y democráticamente, las suertes del prado del concejo.
Hoy seremos “De función pública” (por separado no defunción todo junto), el último libro de Jaime Izquierdo, el de “La casa de mi padre”, defensor como Henri Medras del “arte de la localidad” para referirse al conjunto de normas, instituciones y saberes locales de los campesinos. Y que, seguidor, como Alejandro Casona, de la Institución Libre de Enseñanza, nos insta con esta colección de artículos-relatos (al más sorprendente estilo narrativo de la fantasía lúdica pero realista, de Álvaro Cunqueiro) a reconocer a las comunidades campesinas clásicas como la “sociedad reloj” en referencia a la precisión, la exactitud y el rigor con la que desarrollan las tareas del campo. Que también lo decía Levi- Strauss, por cierto.
Además, un violín comprometido con la naturaleza, es decir, Raúl Márquez, que nos invitará a un festival muy especial: El primer encuentro de floclore y desarrollo rural en el pueblo de Utrillas, en Teruel, con muchas sorpresas.
Así que prepárate para escuchar las historias de Mino el de Somiedo, de Manolo el de San Esteban, de Bertu el de Cangas de Onís, los hermanos Niembro de Asiegu, de Kiko el de Cudillero, de Covadonga la del Puertu, la de Gamonéu de Onís… Animados por la peculiar música de territorio de la Ronda de Boltaña, de El Naán y de Rodrigo Cuevas. Héctor Castrillejo de El Naán nos habla de su pueblo, Tabanera del Cerrato, que está cobrando una nueva vida gracias a las iniciativas de poetas, músicos y albañiles. Nos acompañan, en esta misión pública de conciencia rural, el botánico Raúl Alcanduerca, la escritora ecoactivista Maite Mompó y el plantabosques Natxo Blanchart. Club de la Hojarasca: Álvaro Soto y Pilar Socorro.
Y ahora cierra los ojos, imagina un nuevo mapamundi con tus paisajes y paisanos locales, los más locales, agradece a los cultos y cultas campesinas la pública función de alimentarnos y bendice el ancho de la tierra que habitas, sin duda, territorio conmovido… ¡Arriba las ramas!
