Se esmeraron bien en borrar el recuerdo de las atrocidades cometidas, pero aún así no pudieron hacerlo del todo. Porque la tierra también habla y manifiesta fragmentos de vidas pasadas en forma de chapas, restos de medicamentos o pequeñas joyas, que son halladas en el terreno donde estuvo el campo de concentración de Albatera, en Alicante. En su día, fue un recinto gigantesco con alambradas, barracones y una máquina de represión en su interior. Funcionó hasta poco después de la Guerra Civil, y por él se calcula que pasaron unos 15.000 presos republicanos. Un grupo de arqueólogos lleva años investigando el terreno en busca de fosas comunes, pero, entre tanto, salen al paso estos pequeños objetos que recuerdan lo que allí ocurrió. Felipe Mejías es arqueólogo y responsable del grupo, y ha charlado sobre todo ello con Chema García Langa.
El gallo que no cesa
Los arqueólogos que rinden cuentas al Franquismo en Alicante
16/07/2024
11:51