Mucho patrioterismo. Ahí tienen la revista Cuadros disolventes, de Perrín y Palacios, con músicas de Miguel Nieto. Con los chulescos cuplés de Gedeón, que invitan a ir a la guerra contra el yanqui mientras tú te quedas tan tranquilo en casa, qué vivales. Gran éxito del teatro Príncipe Alfonso, de Recoletos, Madrid. Teatro que, sin embargo, cerrará el año del Desastre, 1898. Lo que son las cosas, paisano.
Pero atención al estreno de Gigantes y cabezudos. Estreno muy esperado en el Teatro de la Zarzuela, noche del 29 de noviembre de 1898. Como si se le hiciera la competencia a La fiesta de San Antón, de Apolo, a unos pasos de allí. De nuevo, patriotismo en una zarzuela. Pero ahora, después de la derrota sin paliativos y en vísperas del Tratado de París, que se firmó el 10 de diciembre de 1898. Algunos decían que era cosa inoportuna y de poco gusto, pero resultó ser un éxito de los que marcan época. Un éxito para la música, hermosa a veces, facilona a ratos. Libreto flojillo, como de costumbre.
Audición: Con una falda de percal… (De Cuadros disolventes) Nati Mistral.
Audición: Gigantes y cabezudos. Ana María Iriarte, Carlos Munguía. Coro de cámara del Orfeón donostiarra, orquesta dirigida por Ataúlfo Argenta.