Volvemos al Sónar, volvemos a disfrutar y aprender de las muchas propuestas creativas surgidas de las mentes calenturientas de artistas, tecnólogos, activistas, gentes en su mayoría con una curiosidad extrema, capaces de inventar y reinventar modelos culturales y sociales.
Volvemos al Sónar y nos reencontramos con Ana Arsuaga, o sea, Verde Prato. Una mujer que ya nos sorprendió hace un par de años con su primer trabajo discográfico: “Kondaira eder ura”, un guiño a la tradición oral de los bertzolaris y la cultura vasca llevada al presente y al futuro por una creadora a ratos sutil, minimalista y también gamberra.
Volvemos al Sónar y vemos crecer a Verde Prato, sola en el escenario con su Groove box, arropada únicamente por unas luces que crean un halo mágico y tremendamente sugestivo en una propuesta donde su voz, sus canciones, te atrapan al tiempo que sus movimientos te hacen cómplice de una manera de hacer diferente, ancestral y futurista, elegante y canalla. Verde Prato disfruta en el escenario y nosotras con ella. En el Sónar brilló, no es un tópico, con luz propia.
Hoy nos acompaña en El Gran Quilombo. Seguidle la pista ¡!!