El oído se puede aliar en el bando de los atentos o en el de los desatentos, entre ambos media una frontera. Por más que los desatentos bramen para hacerse con el poder no consiguen sino deserciones, pues aunque en el bando de los atentos se trabaja más, se puede acceder a mundos complejos vedados para el adversario. La atención convierte el sonido en música, por eso el oído atento es la clave para encontrar música donde la haya. Sin el oído atento la música no existe: donde a nadie le es permitido entrar, entra el oído, y a partir de él se alcanza lo inalcanzable.
El oído se puede aliar en el bando de los atentos o en el de los desatentos, entre ambos media una frontera. Por más que los desatentos bramen para hacerse con el poder no consiguen sino deserciones, pues aunque en el bando de los atentos se trabaja más, se puede acceder a mundos complejos vedados para el adversario. La atención convierte el sonido en música, por eso el oído atento es la clave para encontrar música donde la haya. Sin el oído atento la música no existe: donde a nadie le es permitido entrar, entra el oído, y a partir de él se alcanza lo inalcanzable.