Algo tiene Perlman para que siempre dé la sensación a quien lo escucha de que está ante la verdad del violín. Para empezar, ofrece una extraordinaria confianza: sabemos que nunca nos va a defraudar, no solo que las va a dar todas, sino que, además, lo va hacer como quien prepara el desayuno, con esa facilidad que solo poseen los grandes virtuosos, a los que nunca se les nota la dificultad: todo es fácil para ellos. También sabemos que no se va a pasar y no va a hacer chorrear su violín en exceso. Sabemos que él siempre sabe estar en su sitio. Ante tanta seguridad, escuchamos sus interpretaciones con una tranquilidad que casi nadie nos ofrece. Perlman es siempre referencia, con él nos aseguramos la felicidad, al disfrutar cualquier música que toca tal y como nos gustaría que se tocara.
El oído atento
Perlman y su diabólico violín
11/05/2013
59:40