Esta semana tienen la palabra los curas obreros que en los años 60 y 70 tuvieron sus años de gloria porque eran muy activos en las fábricas con las luchas obreras y sociales pero sin dejar de ser curas. Además, muchos decidieron casarse y no aceptar el celibato impuesto por la Iglesia. Por esas razones, fueron excluidos y marginados de la institución eclesiástica. Los curas obreros decidieron prescindir del salario eclesiástico y de los privilegios que les venían dados para trabajar codo a codo con la clase obrera, desde dentro.
Hoy en día quedan pocos curas obreros en activo, la mayoría se han jubilado pero todos mantienen el compromiso social que les caracteriza, eso sí, adaptado a los nuevos tiempos. Esteban, por ejemplo, trabaja con la inmigración, Alberto con las mujeres que trabajan en el servicio doméstico, Julio y Mariano están implicados con sus comunidades de barrio. Ellos y muchos más, siguen en la brecha y reivindican una iglesia sin clero, entre otras muchas cosas.