Esta semana nos desplazamos a la isla de La Gomera para conocer de cerca cómo se comunicaban sus habitantes antiguamente gracias al silbo. La geografía montañosa y abrupta de la isla obligó a sus vecinos a buscar alternativas para comunicarse porque las distancias eran muy grandes. El silbo es una tradición que ahora se está recuperando gracias al esfuerzo de gomeros como Isidro Ortiz que lleva más de 20 años enseñando a silbar a los más jóvenes en los colegios.
Incluso, entre todos, han logrado que este arte sea patrimonio de la humanidad y haya superara el olvido al que el silbo se vió sometido cuando estuvo a punto de morir. La aparición de las nuevas tecnologías y el teléfono, sobre todo, desplazaron al silbo porque dejó de ser necesario para comunicarse.
Asistimos a un colegio de La Gomera con Isidro para ver cómo imparte sus clases y cómo los chicos y chicas aplican la técnica del silbo y emiten sonidos. Los alumnos aprenden la técnica que Isidro ha desarrollado con los años porque cuando él empezó a enseñar el silbo no tenía material didáctico con el que trabajar.
Pero dominar este arte no es fácil y requiere de mucha constancia pero el interés por el silbo es evidente. Para muchos jóvenes, un juego, para otros significa recuperar la lengua silbada de sus abuelos, de sus familias porque en esta isla el silbo pertenece a la memoria y a la historia de cada familia gomera.