Don Pascual Ruíz Quesada pasa de los setenta años y en Gáldar, en Gran Canaria, dónde vive y reside es una persona respetada y conocida por sus vecinos, dentro y fuera del juzgado. Es juez de paz tras terminar su carrera de derecho que para él era 'mi sueño' con 66 años y ahora puede aplicar aquello que aprendió.
Ser juez de paz implica vocación de servir y de atender a tus vecinos solucionando los conflictos en la medida de lo posible, antes de que lleguen a la denuncia pero si la vía conciliadora no funciona, entonces se pasa al juzgado. Muchas denuncias tienen que ver con los lindes de tierras o disputas vecinales pero son burocracia para los juzgados que se evitan gracias a la intervención de los jueces de paz que resuelven, muchas veces, sobre la marcha para que no llegue a mayores.
Los jueces de paz descongestionan los juzgados y son cara cercana y próxima de la justicia. Es una labor altruista la que hacen, además de convivir con los vecinos que, en ocasiones, tiene que pasar por el juzgado. No siempre es fácil separar la figura de juez de paz del vecino o amigo.
Pero lo suyo es vocacional y además se resisten a desaparecer. Esta institución está amenazada por la reforma impulsada por el Ministro de Justicia de la Ley Orgánica del Poder Judicial. Por eso desde la Asociación Democrática de Juzgados de Paz los jueces se quejan de que les va a quitar competencias, además de dejar de ser un servicio público gratuito.