Estoy en unas jornadas sobre mujeres víctimas de trata a las que asisten muchas víctimas anónimas, psicólogas, profesionales que trabajan con mujeres que han pasado por mucha violencia física pero también psicológica. De hecho, cuerpo y mente no se pueden separar en estos casos. En la sala se han escuchado testimonios duros que han decidido no callar. En un descanso hablo con una de las mujeres. Y esta es una historia que debe ser escuchada porque su historia es la de muchas mujeres que no se atreven a denunciar ni a verbalizar en público, con voz alta, lo que les pasa o les ha pasado. Ella denunció y se le volvió en contra profesionalmente porque el sistema académico, en este caso, protege al hombre frente al testimonio de la mujer. No en vano, de las 42 personas que conforman el departamento, sólo dos personas les mostraron su apoyo en el juicio.
En primera persona
La piel tiene memoria y no olvida
16/09/2019
31:42