Hasta hace poco, muchas personas no sabían y, probablemente muchas todavía desconozcan, en qué consiste trabajar de camarera de piso. Es una profesión que ha vivido y sufrido en silencio durante décadas, poco o nada respetada por muchos clientes y responsables de hoteles o por los propios trabajadores. Son mujeres y las vemos cuando pernoctamos en un hotel porque limpian las habitaciones. Pero tienen muchas más responsabilidades y están mucho más expuestas de lo que parece. No en pocas ocasiones, les toca vivir situaciones desagradables por la falta de respeto de según qué clientes que las confunden por lo que no son. Ellas se quejan de que no son "pornochachas " y reclaman un respeto también dentro del hotel porque no les hacen caso cuando se quejan. Y todo eso con unas condiciones de trabajo denigrantes, indignas en muchos casos. Las que trabajan para empresas externas, sobre todo, son las que peor están porque algunas cobran poco más de 1 euro por cada habitación que limpian. Otras unos dos euros.
Vamos a escuchar a estas mujeres que se han unido, han hecho piña y se han atrevido a manifestarse delante del hotel tras su jornada laboral. Durante la protesta pacífica, informando a los clientes también, han salido los directivos pero ellas no se asustan. "Ya no, ya no hay miedo. Y si nos echan que nos echen, en estas condiciones no podemos continuar. Vamos empastilladas para poder trabajar, estamos muertas de los dolores por todo el cuerpo", aseguran.
Otras están presentes pero no se atreven a hablar conmigo, me confiesan que tienen miedo. Son mujeres vulnerables en muchos casos porque esos euros son los únicos que entran en la casa y no quieren ser vistas.
También escucharemos la entrevista con Miriam, una camarera de piso de Lanzarote, una de las fundadoras del movimiento de las Kellys, como se conoce. Ya son unas 100.000 en toda España y han decidido revisar los convenios y luchar por sus derechos.
Todo empezó por una página de Facebook que bautizaron con Las Kellys cuando unas mujeres decidieron dar ese primer paso para hablar con otras camareras de piso y compartir sus vivencias. Probablemente, el anonimato que tiene una red social les permitió darse cuenta de que el problema era el mismo y que eran muchas más de lo que pensaban. Se han hecho fuertes en Facebook pero no solo porque se están organizando a nivel nacional para salir del mundo virtual y encontrarse en las calles para mejorar sus condiciones laboral y dignificar su trabajo.