El pasado fin de semana la OTAN tuvo su reunión plenaria, donde la situación del conflicto Rusia-Ucrania fue el tema central.
Para contrarrestar ese protagonismo, y también eludir las sanciones internacionales, el presidente ruso, Vladimir Putin, recibía esta semana en Moscú a una veintena de dirigentes extranjeros, aliados o socios, en la cumbre anual de los BRICS, una alianza de países emergentes que el Kremlin quiere que compita con la "hegemonía" occidental. El grupo está formado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica al que ha sumado a Etiopía, Emiratos Árabes, Egipto e Irán.
El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, iniciaba el lunes un viaje a Israel y a otros países de Oriente Medio en busca de un acuerdo entre el Gobierno israelí y Hamás que ponga fin a la guerra de Gaza. Se trata de la undécima gira de Blinken desde el inicio del conflicto, aunque es la primera desde que Israel mató al líder de Hamás, Yahya Sinwar, en un operativo el pasado 16 de octubre en el sur del enclave palestino.
La UE, ante el reto de la inmigración. La gestión de los 'sin papeles' llegados desde fuera del bloque se ha convertido en la principal preocupación de los Estados miembro y del Ejecutivo de Von der Leyen, cada vez más dispuestos a adoptar políticas restrictivas.
Y el exministro de Petróleo y presidente de PDVSA (la empresa pública de hidrocarburos de Venezuela), Pedro Tellechea, era detenido el pasado domingo junto a sus "más inmediatos colaboradores", se le acusa de la "comisión de graves delitos que atentan contra los más altos intereses de la nación".