Cada vez vemos más que lo local y lo global están más relacionados e interdependientes. Además, se suman crisis que se añaden a las anteriores, cuando aún no se habían superado los efectos de la pandemia, recibieron el efecto de las guerras superpuestas, a los que se suman los efectos del cambio climáticos en múltiples emergencias en varias partes del mundo.
Si el 2024 lo pronosticamos como el de las guerras, pero también de las urnas (media humanidad acudió a votar), el resultado ha ido mucho mas allá de lo esperado.
En las urnas: el resultado en Europa, EE.UU., partes de América Latina. Es un auge de una derecha radical, fuertemente identitaria y aislacionista, que debilita aún más el frágil andamiaje multilateral. Esta corriente tendrá implicaciones de muy variado tipo, desde políticas y económicas, hasta sociales.
En América Latina: el termómetro de cómo se conducirá la región será el 10 de enero, con la toma de posesión en Venezuela de Maduro o de Edmundo González. Cómo lo gestionará la región marcará el año, junto a lo que ocurra con México y la renegociación del Tratado Libre Comercio con EEUU.
