La crueldad del hombre ha obligado a la humanidad a intentar blindarse contra sus propias ideas. Por eso, desde 1925, en el protocolo de Viena, las dudosas intenciones de algunos gobernantes obligaron a prohibir el uso de armas químicas y biológicas. Las primeras están clasificadas como arma de destrucción masiva por la ONU y su producción y almacenamiento están proscritos por la Convención sobre armas químicas. El Gobierno del Reino Unido dice que tiene información "limitada pero convincente" sobre el uso de ese tipo de armas en el conflicto en Siria, incluido gas sarín. Estados Unidos también tiene indicios, pero los considera insuficientes para actuar.
Esta mañana en Radio 5 queremos saber algo más sobre este tipo de armas, para ello contamos con Julio Garulo, coordinador del Observatorio de Industria del Grupo Atenea.
Explica que las armas químicas son desarrolladas por el hombre y las biológicas son compuestos vivos, enfermedades que se pueden difundir tanto a personas como a animales.
Junto al gas mostaza y el sarín figura el VX, un agente nervioso distinto a los demás por su baja volatilidad lo que le permite estar en una zona durante mucho tiempo.
Estas armas se pueden desarrollar en pequeños centros por lo que un grupo terrorista podría crear un agente químico o biológico sin ningún problema. Además, añade, hay muchos países que no han firmado los protocolos que prohíben su utilización por lo cual tampoco se pueden realizar inspecciones (26/04/13).