En unas cuantas semanas la Unión Europea deberá decidir si continua con los aranceles que de manera provisional ha impuesto al coche eléctrico chino.
Son coches en general más baratos que los que hacemos aquí en Europa, ofrecen lo mismo por menos dinero y están invadiendo el mercado comunitario por sus precios más competitivos. Según Bruselas son más baratos artificialmente, gracias a las subvenciones estatales que concede Pekín a sus fábricas. Aunque la guerra comercial aún no se ha desatado, ya hay muchas amenazas, como la que se cierne sobre las exportaciones de porcino español por ejemplo, a las que China amenaza someter a importantes aranceles si Europa persiste en los suyos al eléctrico. En la confianza de que todavía esto se puede evitar y también para defender los intereses españoles que podrían verse muy perjudicados, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, acaba de visitar el gigante asiático. Hoy en Europa Abierta nos preguntamos por el proteccionismo ante el coche eléctrico chino de la Comisión Europea, pero también por las dificultades que atraviesa la industria del automóvil en Europa, que fue por décadas uno de los orgullos de la Unión, en especial en Alemania, donde ahora sus empresas más punteras como Volkswagen o BMV anuncian despidos, cierres de factorías, recorte en la producción y tienen dificultades en vender como antes los modelos que fabrican. ¿Tiene capacidad de reacción la hasta hace no demasiados años pujante industria del motor europea?
Es lo que le vamos a preguntar a David Ortega, profesor de EADA Business School.