Veinte años subidos encima de un escenario imagino que dan para muchas anécdotas, aunque lógicamente todo aquel que lleve veinte años desarrollando una profesión también las tendrá. La música con el misticismo y la mitomanía que genera se lleva la palma y ya no hablamos de excentricidades, peticiones absurdas y exigencias que algunos se jactan en exigir. Los Niños Mutantes no parecen afiliados a este grupo. Al menos no han entrado en este ámbito en ningún momento de la entrevista.
Lo suyo ha sido caminar hacia delante, sufrir, porque nos detallan que han sufrido más de la cuenta encima de un escenario hasta vomitar antes de cada concierto durante varios años. Han pasado de sentirse intimidados al principio por los técnicos de sonido "esa raza especial sin los cuales es imposible que exista la música " a cerrar gira en la mítica Sala Scala de Londres dentro del festival 'Rock sin subtítulos'.
Ahora disfrutan y mucho sobre las tablas, la profesionalización propia, de las dinámicas de los directos, el equipo de gente que se mueve con ellos y que los años no parecen haber hecho mella en sus relaciones personales, les llevan a presentarse ante el público con la naturalidad de cuatro amigos que siguen tocando, que lo hacen antes del concierto en el camerino, inventando palmas y coros imposibles al ruido de una guitarra acústica y con una buena copa de vino blanco entre las manos. Abrazan su historia que no recuerdan escrupulosamente pero que desde luego saben que se forja encima de un escenario y con otro abrazo a cuatro ya no se enfrentan sino que disfrutan del placer de tocar para un público que los aguarda y sigue para ser testigos de la historia que siguen entonando.
