Después de superar tiempos oscuros, en los últimos 30 años la txalaparta se ha erigido como símbolo de la cultura de Euskadi. Para tocar este instrumento tradicional de percusión hacen falta dos txalapartaris. Y los que se subieron este jueves 16 de octubre al escenario de la sala Clamores tienen mucho que ver en la recuperación de esta reliquia musical.
La txalaparta es un punto de encuentro donde dos músicos crean una secuencia de acción-reacción, un diálogo ininterrumpido de sonidos que brotan de los impactos de los cuatro makilak contra los tablones de madera o la piedra.
Harkaitz Martínez y Mikel Ugarte forman Oreka TX. Han construido de fragmentos de pizarra la única txalaparta de piedra que existe. En 1997 empezaron su andadura acompañando a Kepa Junquera antes de publicar Quercus Endorphina (2001), su primer largo al que siguió Nomadak TX (2006) un proyecto que les llevó a viajar por medio mundo, desde Mongolia al Sáhara y de Laponia a la India fusionando su txalaparta con los instrumentos y las voces de los pueblos nómadas que se fueron encontrando. Lo recogió un documental homónimo multipremiado y que ha sido visto en más de 15 países.
Hace dos años publicaron el que es su tercer disco, Silex, base del repertorio que pudimos vivir ayer en la inauguración del 1er Festival Euskadi Suena en Madrid, concebido para dar a conocer la cultura vasca en la capital madrileña y hacer visible el hecho creativo y la escena musical de Euskadi a través de las distintas manifestaciones artísticas que se están desarrollando en el País Vasco.
Tendrá lugar del 16 de octubre al 20 de noviembre y aparte de Oreka TX, contará con las actuaciones de Willis Drummond, Jainko Txiki eta Jostalari Hura (formación compuesta por Mikel Urdangarin, Kirmen Uribe, Rafa Rueda, Bingen Mendizabal y Mikel Valverde), Travellín'Brothers, Tania de Sousa y Ainara LeGardon.
Ayer, en una abarrotada sala Clamores, el dúo de txalapartaris de Oreka TX, acompañados por Mixel Ducau, Iñigo Eguia, Juan Jose Ochandorena deslumbraron a los casi 300 entusiasmados asistentes que no daban crédito a la coreografía de sonidos y movimientos que conforman la ejecución de una txalaparta, en este caso, de dos, la tradicional de madera y la de piedra. Pura esencia de Euskadi en la capital del reino.