Un poeta en París - La poesía, un bosque silvestre

El 3 de marzo es el "Día Internacional de la Naturaleza". Así que, con la diligencia de un almanaque, celebramos y hablamos en "Un poeta en París" de la naturaleza, que es aquello que nace, lo natal, y como todo lo que brota, se presenta y sale de muy adentro. Tras explicar algunos campos léxicos y semánticos relacionados con la naturaleza, nos encontramos con los versos de la poeta Gioconda Belli, que nos llevan a la reflexión de que los poetas no son un "jardín de senderos bien delineados”, como apunta la poeta. Más bien la poesía sería una selva, un bosque silvestre que además está del lado de lo agreste y no se desentiende de las condiciones actuales de la naturaleza. De ahí que, desde hace algunos años, una corriente mayor de poetas trabaja en lo que llamamos ecopoesía, que representan autores como Alice Oswald, Helen Moore y Mario Petrucci. Especial mención merece el precursor y pionero en la ecopoesía, como es el filósofo y poeta Jorge Riechmann. Entre su obra, hemos escogido el poemario "Rengo Wrongo", una especie de heterónimo o personaje que habla, como si fuese Sócrates, a una audiencia algo adormilada y aletargada en la mansedumbre. No nos olvidamos de esos otros poetas que han mostrado sensibilidad y atención a la crisis climática y al ecocidio como es el caso de una conocida en nuestra sección, Miren Agur Meabe, que en su último poemario "Nola gorde errautsa kolkoan" (“Cómo guardar ceniza en el pecho”) nos escribía un Devocionario Ecomanual.
Nos despedimos con los emocionantes versos de un gran poeta guatelmateco, Humberto Ak’al,gran defensor de las causas ecologistas y de la cultura k’iche’, lo cual le llevó a escribir toda su obra en esta lengua que, con un millón de hablantes, es la segunda más hablada de Guatemala.