Entrados ya en junio, necesitamos con urgencia irnos a sitios plácidos y de verano. Ahora bien, la poesía está radicalmente en contra del paisaje, nada es paisaje para quien vive en las palabras pues toda brizna de hierba y todo cumulonimbus convive en una misma presencia habitada, dice Mario Obrero. Por eso, vamos al lugar y a lo vivo, al curso y a quien lo presencia y hablamos de ríos y peces.
Comienza, como siempre, nuestro colaborador hablando del origen etimológico de la palabra río y añade que el poeta es más bien un pescador, no de peces, sino de pescados vivos; entendámonos: de peces que puedan vivir después de pescados”. La caza del poeta no es mortífera, sino que más bien tiende a lo eterno, a hacer de los peces un mensaje de porvenir.
Escuchamos algunos versos fluviales del malagueño Emilio Prados y pasamos al poemario O deserto, Premio Nacional de la Crítica publicado por la editorial Apiario, de la poeta María do Cebreiro. Nos vamos hasta la naturaleza de los peces de la mano de Jeffrey Yang, autor entre otros del libro Un acuario, traducido por el también poeta Jordi Doce.
Despedimos con Dibujar una isla, poemario de la poeta Verónica Aranda. Más que nunca tiene sentido el verso de Verónica “el lenguaje no es una pecera”, pues salimos del espacio acotado para pensar en esas “fronteras del agua donde hay peces minúsculos”. El poema que leeremos menciona a Nausícaa, que además de ser un personaje mitológico sigue el curso fluvial de la poesía de la mano de poetas como Joan Maragall. Acompaña la voz de Ana Belén con sus "Peces de ciudad".