Edición 1445 de Historias de papel con Bibiana Candia (Azucre), Rafael Tarradas Bultó (El valle de los arcángeles) y Antonio Cáceres (La luz más quieta) como protagonistas.
Un mismo momento histórico y dos novelas muy distintas. Bibiana Candia y Rafael Tarradas Bultó centran sus novelas en la segunda mitad del siglo XIX, cuando un grupo de familias españolas amasó grandes fortunas con el negocio de la caña de azúcar que se cultivaba en Cuba. Pero las restricciones al esclavismo pusieron en peligro esos negocios. Un diputado español recibió la adjudicación del monopolio para llevar trabajadores españoles a Cuba y empezó a organizar partidas de jóvenes gallegos, que al llegar a la colonia española vieron cómo eran tratados peor que esclavos. Esa historia, casi desconocida, pero que en la época provocó una gran polémica social, es la que Bibiana Candia cuenta en su primera novela (casi una novela corta) titulada “Azucre” (Pepitas de Calabaza), de la que hoy hablamos con ella.
Y en ese mismo momento histórico centra Rafael Tarradas Bultó su segunda novela, “El valle de los arcángeles” (Espasa), que tiene una textura muy distinta, porque convierte la llegada a la isla de un joven heredero, para hacerse cargo de una de esas haciendas azucareras, casi en una historia de amor, pasión y venganza al más puro estilo “Lo que el viento se llevó”, que también tiene como protagonista a una joven, de origen humilde, que viaja a la isla para “no pasar hambre nunca más”.
La breve reseña de la portada es “La luz más quieta” (Fundación Lara), el cuarto poemario de Antonio Cáceres, que lo ha estructurado en tres partes: una primera en el que muestra una poesía intimista, en la que el sueño, la ensoñación, o la infancia tienen un evidente protagonismo; la segunda, en la que encontramos versos que nos hablan de la vida, de sus intereses vitales, como la naturaleza, los pájaros, el mar o la pobreza que nos rodea; y la tercera, plagada de referencias culturales y de sus intereses poéticos, que van de Machado o Bécquer a Góngora, pasando por Leopardi, (en el que se inspira para el título de ¡l libro), Monterroso, Poe o Mandelshtam.
Y la recomendación de los oyentes la envía Maribel Sanabria: “Sacramento”, de Antonio Soler”