La leyenda de Robin Hood

En este programa ya han concurrido personajes a los que, el paso del tiempo, ha encumbrado mediante las artes o la literatura, adhiriéndoles aventuras y sucesos que, a todas luces, poco tienen de cierto. Hemos conocido, como digo, a emperadores, reyes y príncipes como Carlos V, Felipe II, Arturo de Bretaña o Carlos de Austria; al El Cid Campeador; al explorador chino Zheng He -origen de Simbad el Marino-; al enamorado Cipriano, del Mágico prodigioso; compositores como Tomás Luis de Victoria, Mozart o Salieri; viajeros como Omar Patún -con ese peligrosísimo camino de Ávila a La Meca desde 1491 a 1495-; al héroe Hércules y sus doce trabajos; Orfeo y su descenso a los infiernos; al fraile San Borondón; al corsario Amaro Pargo; a Maese Pérez el organista; al Santo Niño de la Guardia; o a ese franciscano, de nombre Giovanni da Pian del Carpine, que viajó en pleno siglo XIII al Imperio Mongol. En fin, tantas y tantas historias y leyendas, que, por suerte, continuamos ampliando, como la que nos manda directamente hacia el bosque de Sherwood, donde un tal Robin Hood, arquero y ladrón, hizo temblar a todo un reino.