Es verdad que el móvil inteligente nos facilita la vida en muchos aspectos, pero podríamos decir que su uso se nos ha ido de las manos. Algunos estudios indican que miramos la pantalla cerca de 140 veces al día. Vivimos ya de forma líquida entre dos mundos: el físico y el virtual. Pasar de un abuso de las pantallas a una adicción sucede en ocasiones sin que sepamos identificarlo del todo. Y a quienes hace más daño es a los niños y adolescentes, la población más vulnerable en este sentido al estar su cerebro todavía en pleno proceso de construcción.
Hablamos de la nomofobia o el miedo irracional a estar sin el móvil, de cómo ciertas conductas se están normalizando y de cómo afecta esto a la salud física y emocional de los pequeños con la psicopedagoga de la marca Rubio, Celia Rodríguez, experta en el tratamiento de este tipo de adicciones. La psicóloga explica el mecanismo psicológico de recompensa que se activa en ellos para ir de la conexión a la adicción y detalla los síntomas que deberían hacernos sospechar de que estamos ante una adicción como podría ser el tabaquismo o el alcoholismo.
Algunas de las consecuencias de lo que ya es un problema social son el aislamiento social o la depresión, la falta de sueño y de rendimiento académico, cambios en el estado de ánimo o dificultades de comunicación. Algunos países están dando marcha atrás en el uso de dispositivos móviles en la escuela. China se plantea limitar su uso a dos horas al día para los menores. ¿Son los adolescentes las actuales víctimas de un sistema perverso? ¿Conocemos las consecuencias que dejarán en ellos esta adicción normalizada convertida para ellos en un refugio? ¿Cómo desintoxicarles?