Vivimos en la era de la información y las notificaciones. Eso ha obligado a nuestra mente a funcionar a una velocidad vertiginosa a la que no estaba acostumbrada. La gran paradoja es que disponemos de un gran caudal de noticias y una generación que no aprende, no asimila, que pierde tiempo de una cosa a otra: es la consecuencia del llamado "Síndrome del pensamiento acelerado", el mal del siglo XXI para el psicólogo Augusto Cury. El denominado SPA funciona así: el individuo pierde el foco y la concentración al tener su memoria saturada por imágenes y no anclarse en ninguna. El resultado es una velocidad aterradora de pensamientos estériles.
El pensamiento acelerado que genera repetición de errores, infantilización de las emociones, fatiga excesiva, aburrimiento atroz y dificultad para aguantar la soledad creativa. Para mitigar sus efectos, sobre todo en niños y adolecentes, hay que tender a desacelerar la mente, pensar más despacio, reflexionar, fomentar otro tipo de actividades lúdicas y la reconexión con el entorno natural.
Hablamos de la multitarea y de los llamados "fasters", de "El elogio a la lentitud", "El poder del ahora" y de lo que Cury denomina ventanas asesinas o cárceles mentales.