A los fractales los han llamado la huella digital de Dios, la arquitectura de la naturaleza o el orden dentro del caos. Son patrones matemáticos infinitos que están por todas partes y que podemos encontrar de manera natural repitiéndose hasta el infinito- siempre- de manera ordenada. Los vemos en los copos de nieve, las nubes, algunos vegetales como los helechos o el brócoli o dentro del cuerpo humano. Estas figuras geométricas sin fin que se repiten de manera ininterrumpida son patrones fascinantes descubiertos en la década de los setenta del siglo 20 por un informático de IBM un tanto excéntrico, Benôit Mandelbrot. Él habló entonces de la sensualidad de las matemáticas y de la rugosidad frente a la suavidad declarada por el padre de la Geometría, Euclides.
Su hallazgo revolucionó la concepción del mundo. Ahora los fractales se aplican a distintas disciplinas: se usan en películas y videojuegos, en disciplinas como la Ciencia de Datos o la Geología y son de gran ayuda en investigaciones médicas. Desde hace décadas, han sido usados por artistas visuales y músicos, desde Bach hasta ingenieros que usan fractales para convertir en música creada por algoritmos algunos fenómemos astronómicos.
La matemática fractal revela la belleza oculta del mundo, hace posible que la geometría se transforme en arte y demuestra que, dentro del aparente caos, siempre hay un orden. Porque todo, o casi todo, es fractal.
Las matemáticas son el lenguaje con el que Dios ha escrito el universo
Galileo Galilei