Hasta hace bien poco, las bacterias habían sido consideradas como las malas de la película. Es cierto que pueden destruírnos, pero es cierto también que sin las bacterias la vida no sería posible. A los humanos nos tienen colonizados. En nuestro interior, albergamos 100 billones de estos microorganismos. Somos algo así como su "casero", su hábitat. Nos necesitan y las necesitamos. Ya se sabe -por ejemplo- que las bacterias que habitan en el colon, la llamada microbiota intestinal, nos ayuda a eliminar toxinas, a fabricar vitaminas e incluso a entrenar el sistema inmunitario. Hoy explicamos qué relación tiene todo esto con la edición genética, una disciplina que requiere de límites éticos. Porque los genes se pueden cortar, pegar y hasta "colorerar", al igual que en un texto de ordenador. Pero la edición genética no es ningún juego.
Ponemos ética a la genética en la compañía de Lluís Montoliu, investigador del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC y del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Raras del Instituto de Salud Carlos III. Con él, hablamos sobre esa llave maestra de la biología que son las tijeras moleculares que permiten editar cualquier rincón del genoma para corregir mutaciones en el ADN. Es la tecnología conocida como CRISPR, descubierta por el microbiólogo española Francisco Mojica, y cuyo origen está en el sistema de defensa que las bacterias desarrollaron hace miles de millones de años. Ahora, un equipo español ha salido a buscar bacterias desconocidas. Ha sido un viaje en el tiempo en el que han "resucitado" ancestros de la herramienta de edición genética de hace 2.600 millones de años. Una noticia esperanzadora para la cura de algunas enfermedades. Escuchamos al filósofo Antonio Diéguez y charlamos un poco sobre algunas de las pelis de cabecera en este pódcast: "Gattaca", "Matrix" o "Jurassic Park". ¿Será verdad lo del ámbar?