Hace exactamente cien años, ni un día más ni un día menos, la vida recibió en Orihuela a Miguel Hernández. El "poeta pastor", el "poeta necesario", como lo llamaba su compañero de celda Buero-Vallejo, el "poeta del pueblo" como ha sido conocido de generación en generación. El niño que tuvo que dejar la escuela a los quince años para dedicarse al pastoreo. El joven autodidacta empeñado en triunfar en la poesía. El comunista que antes fue católico. El poeta que fue al frente y murió en la cárcel. El amigo del Nobel Aleixandre, el que no hacía ninguna gracia ni a Lorca ni a Alberti aunque María Zambrano dijera que todos le querían.
Neruda dejó un mensaje: "Nos toca ahora y siempre dar luz a Miguel Hernández". Esta tarde la estación azul, dirige su foco hacia el poeta de Orihuela, la poesía que no cesa (30/10/10).