Más allá de las salas de conciertos, la música ha servido para reunirse con amigos, para soñar con príncipes azules y para amenizar la siesta del vecino. Programa dedicado al paisaje humano y a los espacios donde se ha alojado la esfera más íntima de la música.
El hecho musical no se agota en una sala de conciertos, sino que abarca también su uso y disfrute en el ámbito privado. Durante siglos la música ha servido para entretenerse tocando y cantando con los amigos, para soñar con príncipes azules y… por qué no, para amenizar la siesta del vecino. En nuestro programa proponemos dejar de lado por una vez la figura del “gran compositor” para centrarnos en el paisaje humano y los espacios que han alojado la esfera más íntima de la música como son las accademie, grandes salones musicales, salas de baile, asociaciones corales o el entorno doméstico.