Escrita por Federico Romero en colaboración con Guillermo Fernández Shaw y música de Jacinto Guerrero, La Rosa del Azafrán cuenta los amores imposibles, por su diferente condición social, de Sagrario, propietaria de una finca de labor en la localidad manchega de La Solana, y Juan Pedro, un gañán que trabaja para ella. Sagrario enamorada de Juan Pedro, se las ingenia para impedir que este tenga relación con otras mozas. Es como el perro del hortelano: ni come ni deja comer. El hecho de que Juan Pedro sea inclusero da pie a que la hermana Custodia, que llevó a la inclusa al hijo de un hidalgo con una dama soltera, y que murió a los pocos días, altera los papeles para que Juan Pedro aparezca como el hijo del hidalgo, con el consentimiento de éste. Y como ya son de la misma condición, Sagrario y Juan Pedro se pueden casar. La Rosa del Azafrán refleja fielmente las costumbres de La Mancha. La Canción del Sembrador y el Coro de las Espigadoras son de los números más escuchados y de mayor calidad del género. La versión está interpretada por Manuel Ausensi y Teresa Berganza.