Amalia Avia fue una pintora muy reconocida en su tiempo; pintó alrededor de mil cuadros, vendió bastante y expuso en galerías de prestigio como Biosca o Juana Mordó. En los últimos años, sin embargo, había caído en el olvido hasta la exposición dedicada, en 2022, por la sala Alcalá 31 de Madrid.
Aunque nació en el pueblo toledano de Santa Cruz de la Zarza, en 1930, su vida y su obra está muy unida a Madrid, ciudad con la que mantuvo una relación especial.
Sus cuadrosretienen el tiempo de un Madrid ya desaparecido en el que apenas aparecen personas, pero en el que se aprecia, sin embargo, la huella del ser humano; tiendas tradicionales, rótulos envejecidos y puertas con cerraduras oxidadas, escenas del metro, de la Puerta del Sol y otras calles emblemáticas de la capital. Imágenes veladas por el paso del tiempo que despiertan nostalgia en el espectador.
Siendo Amalia niña su familia se traslada a Madrid, pero su vida quedará muy afectada por la Guerra Civil. Su padre, diputado de la CEDA, fue asesinado al comienzo de la contienda. Después, volverá al pueblo junto a su madre para levantar la hacienda familiar como medio de vida. Fue un tiempo duro en el que vio como dos de sus cinco hermanos murieron a causa de la tuberculosis; pasó la posguerra entre lutos, visitas a la iglesia y al cementerio.
Su vida cambió, cuando a mediados de los cincuenta, se instaló en Madrid con su madre y decidió tomar clases de pintura en la Academia Peña. Allí descubrió su vocación y un mundo nuevo. Amalia Avia se abre a un grupo de amigos, más tarde conocidos como Los Realistas de Madrid, que la acompañarán siempre.
Con uno de esos artistas, Lucio Muñoz, que eligió el camino de la pintura abstracta, se casa Amalia Avia en 1960. Tuvieron cuatro hijos y, a pesar de las dificultades que esa época suponía ser mujer y pintora a la vez, nunca abandonó los pinceles. Contó con el apoyo de su marido y, sobre todo, con unaenergía y untesón que la mantuvieron en la profesión contra viento y marea.
Amalia Avia fue una mujer enormemente cálida, recordada por su refrescante risa y su vitalidad, que escondía, tras sus duros años de infancia y adolescencia, un grantemor al paso del tiempo y a la pérdida de la felicidad.