En junio de 1923 se cumple un siglo del nacimiento del escritor leonés Antonio Pereira, poeta y autor de cuentos, nacido en Villafranca del Bierzo y fallecido en León en 2009.
Pereira fue una figura independiente dentro del mundo literario, quizá porque su trabajo –viajante de comercio primero y empresario después- le permitía mantenerse al margen de grupos y polémicas generacionales.
Fue un niño precoz. Con diez años le pidió a su madre un Quijote como regalo. Pronto empezó a escribir poesía, pero espero bastante para empezar a publicar. Su primer libro, El regreso, apareció en 1964, y luego seguirán títulos como Cancionero de Sagres, Antología de la seda y el hierro o Meteoro, que ya en el año 2006 reunió toda su poesía publicada hasta ese momento.
Aunque la actividad comercial ocupaba buena parte de su tiempo, gustaba de su vocación a la escritura. Así, desde los años cincuenta publica artículos en el Diario de León y en La Vanguardia, donde mantendrá durante una década una sección semanal bajo el título Oficio de mirar.
Escribió tres novelas, pero su prestigio llegaría con sus relatos cortos, a finales de los sesenta. Libros de cuentos como El ingeniero Balboa, El síndrome de Estocolmo o Cuentos de la Cábila, una especie de memorias de infancia y adolescencia, le traerán una cierta fama dentro del público aficionado a este género.
Los cuentos de Pereira se caracterizan por la brevedad, la intensidad y la sencillez. Con un estilo algo irónico, pero sin caer en el sarcasmo, trata a sus personajes con delicadeza y usa de un suave erotismo, que algunos definieron como diocesano, para regocijo del propio Pereira.
Pero una sus cualidades por la que se le recuerda con cariño, especialmente en León y en su comarca del Bierzo, es por ser un magnífico narrador oral. Heredero de los filandones, tan tradicionales en el ámbito leonés, Pereira derrochaba elocuencia y humor en tertulias y sobremesas.